Letra de Ecos De Sociedad - Pablo Guerrero
Letra de canci�n de Ecos De Sociedad de Pablo Guerrero lyrics
Ella iba impecable, elegant�sima,
con un temblor de ilusi�n en la sonrisa
que otorga a las amigas como un regalo caro.
Ella iba radiante, radiant�sima,
aunque a veces le nazca ambarina y pur�sima
una furtiva l�grima de cristal veneciano.
El iba luciendo su viril elegancia
su bigotito gris, su educaci�n en Francia
y la f�brica azul de su suegro en Manresa.
El iba orgulloso de su aristocracia
que le ha permitido, y no es una desgracia,
amarrarse al duro banco de una galera burguesa.
Y comienza la boda y de repente estalla
un ligero aleteo de sonrisas, medallas,
tules, lazos, satenes y condecoraciones.
Y alguna tosecilla provoca una mirada
sobre alguna se�ora que enseguida indignada
abanica elegante las malas intenciones.
La catedral es un barco que navega despacio
https://www.coveralia.com/letras/ecos-de-sociedad-pablo-guerrero.php
sobre un mar de rosas de terciopelo lacio
y atraca en el escote de una joven doncella.
Y en el altar barroco sue�an los serafines
fuentes de porcelana con luces y delfines
y paseos dorados en las noches de estrellas.
Y qu� bien habla el abate y la novia era estrecha
y ahora est� muy gordita y la leve sospecha
como un licor suav�simo les llena de contento.
Y ya la ceremonia como chicle se estira,
como un chicle de m�sica mientras que gira y gira
la noria hueca de los pensamientos.
Y el padre de la novia est� feliz y piensa
lo elegante que har� un escudo a su empresa
y la madre a su lado de vez en cuando llora.
Y un caballero enjusto de cultura esmerada
deposita un pa�uelo en la mano enguatada
diciendo: "Espa�a y yo somos as�, se�ora."
con un temblor de ilusi�n en la sonrisa
que otorga a las amigas como un regalo caro.
Ella iba radiante, radiant�sima,
aunque a veces le nazca ambarina y pur�sima
una furtiva l�grima de cristal veneciano.
El iba luciendo su viril elegancia
su bigotito gris, su educaci�n en Francia
y la f�brica azul de su suegro en Manresa.
El iba orgulloso de su aristocracia
que le ha permitido, y no es una desgracia,
amarrarse al duro banco de una galera burguesa.
Y comienza la boda y de repente estalla
un ligero aleteo de sonrisas, medallas,
tules, lazos, satenes y condecoraciones.
Y alguna tosecilla provoca una mirada
sobre alguna se�ora que enseguida indignada
abanica elegante las malas intenciones.
La catedral es un barco que navega despacio
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sobre un mar de rosas de terciopelo lacio
y atraca en el escote de una joven doncella.
Y en el altar barroco sue�an los serafines
fuentes de porcelana con luces y delfines
y paseos dorados en las noches de estrellas.
Y qu� bien habla el abate y la novia era estrecha
y ahora est� muy gordita y la leve sospecha
como un licor suav�simo les llena de contento.
Y ya la ceremonia como chicle se estira,
como un chicle de m�sica mientras que gira y gira
la noria hueca de los pensamientos.
Y el padre de la novia est� feliz y piensa
lo elegante que har� un escudo a su empresa
y la madre a su lado de vez en cuando llora.
Y un caballero enjusto de cultura esmerada
deposita un pa�uelo en la mano enguatada
diciendo: "Espa�a y yo somos as�, se�ora."