#1
Madre, mírame las manos;
las traigo vacías,
cansadas de amar…
Son dos alas
de un viejo gorrión
que no puede
ni siquiera volar.
Madre, mírame los ojos,
en el cielo perdidos
en un hondo silencio…
Son dos cenizas
echadas del fuego
que no alumbran
ni matan el hielo.
Madre, mírame el alma
inflamada de sed,
seca de esperanza…
Es un campo labrado
donde sólo crecen aliagas
que pinchan en la vida
hasta que la matan.
Madre, mírame a mi.
¿Me reconoces, madre?
Fui tu niñito…
Hoy soy un hombre
que no sé como soy.
¿Madre, me reconoces?
¡¡¿Madre, ni siquiera tú?!!
Madre, mírame las manos,
madre, mírame los ojos,
madre, mírame el alma,
madre, mírame a mi.